V fórcola Voltaire



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Voltaire (2010) El filosofo ignorante


XLVI
Filosofía y virtud
Hubo sofistas que fueron respecto a los filósofos
lo que los monos son respecto a los hombres.
Luciano se burló de ellos
91
; se los despreció: fueron
poco más o menos lo que han sido los monjes men-
dicantes en las universidades. Pero no olvidemos
nunca que todos los filósofos han dado grandes
ejemplos de virtud, y que los sofistas, e incluso los
monjes, han respetado todos la virtud en sus escri-
tos.
XLVII
De Esopo
92
Situaré a Esopo entre estos grandes hombres, e
incluso a la cabeza de estos grandes hombres, sea
que haya sido el Pilpai
93
de los indios, o el antiguo
precursor de Pilpai, o el Lokman de los persas
94
, o
el Hakym de los árabes
95
, o el Hakam de los feni-
cios, no importa; veo que sus fábulas estuvieron en
boga en todas las naciones orientales, y que su ori-
gen se pierde en una antigüedad cuyo abismo no se
91

puede sondar. ¿A qué tienden estas fábulas tan pro-
fundas como ingenuas, estos apólogos que parecen
visiblemente escritos en una época en la que no se
dudaba de que los animales tuvieran un lenguaje?
Han instruido a casi todo nuestro hemisferio. No
son recopilaciones de sentencias fastidiosas, que
aburren más que aclaran; es la verdad misma con el
encanto de la fábula. Todo lo que se ha podido hacer
es añadirles embellecimientos en nuestras lenguas
modernas. Esa antigua sabiduría es simple y desnu-
da en el primer autor. Las ingenuas gracias con que
se la ha adornado en Francia no han ocultado su
fondo respetable. ¿Qué nos enseñan todas estas
fábulas? Que hay que ser justo.
XLVIII
De la paz nacida de la filosofía
Dado que todos los filósofos tenían dogmas dife-
rentes, es evidente que el dogma y la virtud son de
una naturaleza totalmente heterogénea. Creyeran o
no que Tetis era la diosa del mar
96
, estuvieran per-
suadidos o no de la guerra de los gigantes y de la
edad de oro
97
, de la caja de Pandora
98
y de la muer-
te de la serpiente Pitón
99
, etcétera, estas doctrinas
no tenían nada en común con la moral. Cosa admi-
rable en la Antigüedad es que la teogonía no haya
turbado nunca la paz de las naciones
100
.
92

XLIX
Otras cuestiones
¡Ah, si pudiéramos imitar a la Antigüedad! ¡Si por
fin hiciéramos con las disputas teológicas lo que
hemos hecho al cabo de diecisiete siglos en las bellas
letras!
Hemos vuelto al gusto por la sana Antigüedad
tras haber estado sumidos en la barbarie de nuestras
escuelas. Los romanos nunca fueron tan absurdos
como para imaginar que pudiera perseguirse a un
hombre porque creía en lo vacío o en lo lleno, porque
pretendía que los accidentes no pueden subsistir sin
sujeto, porque explicaba en un sentido un pasaje de
un autor que otro entendía en un sentido contrario.
Todos los días recurrimos a la jurisprudencia de
los romanos; y cuando nos faltan leyes (cosa que
nos ocurre tan a menudo), vamos a consultar el
Código y el Digesto
101
. ¿Por qué no imitar a nues-
tros maestros en su sabia tolerancia?
¿Qué le importa al Estado que seamos reales o
nominales, que nos inclinemos por Scoto o por
Tomás
102
, por Ecolampadio
103
o por Melanchton
104
;
que seamos del partido de un obispo de Ypres
105
al
que no hemos leído, o de un fraile español
106
al que
hemos leído menos todavía? ¿No está claro que todo
esto debe ser tan indiferente al verdadero interés
de una nación como traducir bien o mal un pasaje de
Licofrón
107
o de Hesíodo?
93

L
Otras cuestiones
Sé que a veces los hombres están enfermos del
cerebro. Hemos tenido un músico
108
que murió
loco porque su música no había parecido suficiente-
mente buena. Ciertas personas han creído tener la
nariz de vidrio; pero si los hubiera lo bastante ata-
cados para pensar, por ejemplo, que siempre tienen
razón, ¿habría eléboro suficiente para una enferme-
dad tan extraña?
Y, si estos enfermos, para sostener que siempre
tienen razón amenazasen con el suplicio capital a
todo el que piense que pueden estar equivocados; si
organizasen espías para descubrir a los refractarios;
si decidieran que un padre, por el testimonio de su
hijo, que una madre, por el de su hija, debe perecer
en las llamas, etcétera, ¿no habría que atar a estas
gentes y tratarlas como a los que están atacados de
rabia?
LI
Ignorancia
¿Me preguntáis a qué viene todo este sermón
si el hombre no es libre? En primer lugar, yo no os
he dicho en absoluto que el hombre no sea libre;
os he dicho
109
que su libertad consiste en su poder
94

de obrar, y no en el poder quimérico de querer que-
rer. Luego os diré que, a pesar de estar atado en la
naturaleza, la Providencia eterna me predestinaba
a escribir estas divagaciones, y predestinaba a cinco
o seis lectores a sacarles provecho, y a cinco o seis
más a despreciarlas y a dejarlas en la multitud
inmensa de los escritos inútiles.
Si me decís que no os he enseñado nada, recor-
dad que me he anunciado como un ignorante.
LII
Otras ignorancias
Soy tan ignorante que ni siquiera sé los hechos
antiguos con que me acunan; siempre temo equivo-
carme en setecientos u ochocientos años por lo
menos cuando busco en qué época vivieron esos
antiguos héroes que fueron los primeros, según se
dice, en practicar el robo y el bandidaje en una gran
extensión del país; y esos primeros sabios que ado-
raron las estrellas, o peces, o serpientes, o muertos,
o seres fantásticos.
¿Quién fue el primero que imaginó los seis
gahambares
110
, y el puente de Tshinavar, y el Dar-
daroth, y el lago de Karon
111
? ¿En qué época vivían
el primer Baco, el primer Hércules, el primer Orfeo?
Toda la Antigüedad es tan tenebrosa hasta
Tucídides y Jenofonte
112
que me veo forzado a no
95

saber casi una palabra de lo que ocurrió en el globo
que habito antes del corto período de unos treinta
siglos; y en estos treinta siglos, incluso, ¡cuántas os-
curidades, cuántas incertidumbres, cuántas fábulas!
LIII
Mayor ignorancia
Mi ignorancia me pesa mucho más cuando veo
que ni yo, ni mis compatriotas, sabemos absoluta-
mente nada de nuestra patria. Mi madre me dijo
que yo había nacido a orillas del Rin; quiero creer-
lo. He preguntado a mi amigo, el sabio Apedeu-
tes
113
, natural de Curlandia
114
, si tenía conocimien-
to de los antiguos pueblos del Norte, sus vecinos, y
de su desdichado y pequeño país: me ha respondido
que no tenía más nociones de eso que de los peces
del mar Báltico.
En cuanto a mí, todo lo que sé de mi país es que
César dijo, hace unos mil ochocientos años, que éra-
mos bandidos, que teníamos la costumbre de sa-
crificar hombres a no sé qué dioses para obtener de
ellos alguna buena presa, y que nunca salíamos
de correría sin ir acompañados de viejas brujas que
hacían esos hermosos sacrificios.
Un siglo después Tácito dijo algunas palabras
sobre nosotros sin habernos visto nunca; nos consi-
dera como a la gente más honrada del mundo en
96

comparación con los romanos, porque asegura que,
cuando no teníamos nadie a quien robar, pasába-
mos los días y las noches emborrachándonos con
mala cerveza en nuestras chozas.
Desde ese tiempo de nuestra edad de oro hay un
vacío inmenso hasta la historia de Carlomagno. Al
llegar a estos tiempos conocidos, veo en Goldast
115
una carta magna de Carlomagno, fechada en Aquis-
grán, en la que este sabio emperador habla de la
siguiente manera:
«Sabed que, cazando un día cerca de esta ciudad,
encontré las termas y el palacio que Grano
116
, herma-
no de Nerón y de Agripa, había construido antaño».
Ese Grano y ese Agripa, hermanos de Nerón, me
demuestran que Carlomagno era tan ignorante
como yo, y eso alivia.
LIV
Ignorancia ridícula
La historia de la Iglesia de mi país se parece a la
de Grano, el hermano de Nerón y de Agripa, y es
mucho más maravillosa. Hay niños resucitados,
dragones capturados con una estola como conejos
con un lazo; hostias que sangran de una puñalada
que les da un judío; santos que corren tras sus cabe-
zas cuando se las han cortado. Una de las leyendas
más dadas por ciertas en nuestra historia eclesiásti-
97

ca de Alemania es la del bienaventurado Pierre de
Luxembourg
117
, quien, en los dos años 1388 y 1389,
después de su muerte, hizo dos mil cuatrocientos
milagros, y en los años sucesivos tres mil, según las
cuentas hechas, entre los que sin embargo no se
citan cuarenta y dos muertos resucitados.
Me informo si los demás Estados de Europa tie-
nen historias eclesiásticas tan maravillosas y tan
auténticas. En todas partes encuentro la misma
sabiduría y la misma certeza.
LV
Peor que ignorancia
Luego he visto con qué tonterías ininteligibles
los hombres se habían lanzado unos a otros impre-
caciones, se habían perseguido, degollado, ahorca-
do, atormentado en la rueda y quemado; y he dicho:
Si hubiera habido un sabio en esos abominables
tiempos, ese sabio habría tenido que vivir y morir
en los desiertos.
LVI
Comienzo de la razón
Veo que hoy, en este siglo que es la aurora de la
razón, algunas cabezas de esa hidra del fanatismo
98

vuelven a renacer. Parece que su veneno es menos
mortal y sus fauces menos devoradoras. La sangre
no ha corrido por la gracia versátil, como corrió
durante tanto tiempo por las indulgencias plenarias
que se vendían en el mercado; pero el monstruo
todavía subsiste: todo el que busque la verdad
correrá el riesgo de ser perseguido. ¿Hay que per-
manecer de brazos cruzados en las tinieblas? ¿O hay
que encender una antorcha en la que la envidia y la
calumnia vuelvan a encender sus hachones? Por lo
que a mí respecta, creo que la verdad no debe seguir
ocultándose ante estos monstruos, de la misma
forma que no debe abstenerse uno de tomar alimen-
tos por temor a ser envenenado.
99

1
Le Spectacle de la nature, ou Entretiens sur les
particularités de l’histoire naturelle qui ont paru
les plus propres à rendre les jeunes curieux et à leur
former l’esprit (El espectáculo de la naturaleza, o
Conversaciones sobre las particularidades de la
historia natural que han parecido más idóneas para
volver curiosos a los jóvenes y formar su espíritu)
apareció en 1732, y, dado su éxito, fue rápidamente
traducida a casi todas las lenguas europeas. Era obra
de Noël-Antoine Pluche, más conocido como abate
Pluche (1688-1761), escritor interesado por gran varie-
dad de temas, que van desde una Historia del cielo, a
partir de las ideas de los poetas, hasta una Mecánica
de las lenguas, tema de gran interés para los ilustra-
dos. El espectáculo de la naturaleza es una obra de
divulgación que desarrolló el gusto por el estudio cien-
tífico en pleno siglo 
XVIII
, aunque no participa del espí-
ritu de las Luces: el abate Pluche basa sus justificacio-
nes en la Biblia, se burla de la teoría de Newton, etcé-
tera. El señor caballero al que se refiere la frase es
Isaac Newton (1642-1727), que descubrió la ley de la
atracción universal; fue nombrado caballero en 1705
por la reina de Inglaterra.
101
NOTAS

2
Pierre Gassendi (1592-1655), filósofo, matemá-
tico y físico francés, trató de conciliar el cristianismo
con el atomismo de Epicuro, y se enfrentó a la filosofía
aristotélica y a Descartes, en una larga querella sobre
las ideas innatas.
3
Alusión a Descartes, que expuso la teoría en sus
Principios filosóficos (III, 65 y ss.); para el filósofo el
sistema material estaba animado por un movimiento
de rotación: «Que los cielos están divididos en diver-
sos torbellinos y que los polos de algunos de estos
torbellinos tocan las partes más alejadas de los polos
de los otros». Newton dejó obsoleta esta teoría con su
ley de la atracción universal. En las últimas líneas del
párrafo Voltaire caricaturiza las opiniones de Descar-
tes hasta el punto de adjudicarle ideas contrarias a las
expresadas por el autor del Discurso del método.
4
Génesis, 9,5.
5
Poco se sabe de la existencia de Longo el Sofista;
quizá naciera en Lesbos y pasara luego a ser esclavo de
un romano. Vivió posiblemente a fines del siglo 
II
y
dejó una novela, Dafnis y Cloe, de gran influencia en la
narrativa pastoril de los siglos 
XVI
y
XVII
.
6
Leopoldo I de Habsburgo (1640-1705), emperador
del Sacro Imperio Romano Germánico desde 1658. Se
casó en 1666 con Margarita María Teresa (1651-1673),
infanta de España, hija de su tío materno, el rey espa-
ñol Felipe IV, y de su segunda esposa, Mariana de
Austria, hermana de Leopoldo. Sin embargo, la política
matrimonial de Felipe IV y la muerte de éste retrasaron
la boda desde 1663, fecha en que se firmaron las capi-
tulaciones; la emperatriz moriría a los veintidós años a
consecuencia del parto de su cuarta hija. El emperador
102

practicó a partir de entonces la vida monacal, la casti-
dad y el fervor religioso.
7
El hijo primogénito de Luis XIV y de María Teresa
de Austria, Luis de Francia (1661-1711), que no sobre-
vivió a su padre, se casó con María Ana Cristina de
Baviera (1680), con la que tuvo tres hijos; su primogé-
nito, Luis (1682-1712), tampoco sobrevivió a su abuelo,
y fue su último vástago quien terminaría heredando la
corona francesa con el nombre de Luis XV (1710-1774).
De carácter inocuo, carecía de inteligencia, según su
preceptor Bossuet.
8
Cuestión II.
9
La legua métrica, o geométrica, equivale a 4 km.
Los cálculos del impreciso método de triangulación
daban como resultado 120 millones de km de distan-
cia entre la Tierra y el Sol, distancia que hasta 1769 no
se concretaría en 149,5 millones de km gracias a una
de las leyes de Kepler.
10
Tomás de Aquino (1225-1274), padre de la filoso-
fía escolástica.
11
Anthony Collins (1676-1729), magistrado y libre-
pensador inglés, amigo de Locke; sus teorías sobre
religión y metafísica lo enfrentaron a Samuel Clarke y
a Thomas Sherlock entre otros, y le obligaron a refu-
giarse varias veces en Holanda; sus ideas más audaces
quedaron expuestas en su Ensayo sobre el uso de la
razón (1707), Discurso sobre la libertad de pensar
(1713), Investigaciones sobre la libertad del hombre
(1717), etcétera. 
12
Samuel Clarke (1675-1729), teólogo inglés que
ejerció notable influencia sobre Voltaire, a quien sus
conocimientos impresionaron en Londres. En él vio al
103

«patrón» de la renovación del arrianismo en Inglaterra
(Cartas filosóficas, VII), y leyó atentamente sus Ser-
mones, reunidos en el Tratado de la existencia de
Dios. Esta obra servirá a Voltaire para enfrentarse a los
argumentos del materialismo expuestos por el barón
d’Holbach en su Système de la nature. A través de
Clarke, Voltaire pudo captar el pensamiento de Locke
y las consecuencias metafísicas que podían extraerse
de la filosofía de Newton. Para él, Clarke será siem-
pre el hombre que ha demostrado la existencia de Dios,
aunque esa verdad, según escribe a Federico de Prusia:
«La creo; pero la creo como lo que es más verosímil; es
una luz que me hiere a través de mil tinieblas»
(Correspondance, ed. de F. Deloffre, Gallimard, La
Pléiade, París, 1977-1990, 13 vols., t. I, p. 858). A Clarke
debe Voltaire, además, el razonamiento que lo llevó a
escribir uno de sus versos preferidos y más difundidos:
«Si Dios no existiera, habría que inventarlo».
13
«Los hados guían al que se somete, arrastran al
que se resiste» (Séneca, Epístola CVII).
14
De nihilo nihilum, in nihilum nil posse reverti
(Persio, Sátira III, v. 84).
15
Fenicia estaba formado por el actual Líbano y
partes de Siria, Israel y Palestina. Desapareció tras ser
conquistada por Alejandro Magno en el año 332 a. C. El
término cahut pertenece a la misma raíz indoeuropea
que caos, con el significado de desorden completo o
confusión, «mezcla confusa de partículas de toda espe-
cie, sin forma ni regularidad, a la que los filósofos anti-
guos suponen el movimiento esencial, atribuyéndole
en consecuencia la formación del universo» (Diderot,
artículo Caos, Enciclopedia, III, 1753, 156).
104

16
Del hebreo tohu ubohu, que significa caos
(Génesis 1,1), el cielo del cielo y la tierra de la tierra.
17
La revelación.
18
Término fenicio: sombra, noche, sol poniente.
19
Según la Teogonía del poeta griego Hesíodo
(hacia 700 a. C.), el Caos es anterior no sólo al origen
del mundo, sino al de los dioses: «En el principio exis-
tió Caos, y luego Gea, la de vasto pecho, sede inque-
brantable de todos los Inmortales que habitan las
nevadas cumbres del Olimpo; y en las profundidades
de la tierra de anchos caminos el tenebroso Tártaro.
Por último, Eros, el más hermoso de los Inmortales,
que relaja los miembros de todos los dioses y de todos
los hombres y cautiva su corazón y la sensata voluntad
en sus pechos. De Caos nacieron Erebo y la negra
Noche. De la Noche nacieron el Éter y el Día…».
(Teogonía, vv. 116-125). El poeta latino Ovidio (siglo 
I
)
es autor de un poema mitológico, las Metamorfosis.
20
Lucas, 16,26.
21
Cuestión VII.
22
«Esa alma pone en movimiento la mole y se mez-
cla con el gran cuerpo». Virgilio (poeta latino nacido
en el año 70 y muerto en el 19 a. C.) alude al anima
mundi que sustenta cielo y tierra, el luminoso globo de
la luna y los titánicos astros, y penetra en cada parte
(Eneida, VI, 727). 
23
«Júpiter es todo lo que ves, a donde quiera que
vayas» (Farsalia, IX, 580). Marco Anneo Lucano (39-
65), poeta latino de origen cordobés, era sobrino de
Séneca. Amigo de Nerón, éste lo apartó de su lado por
celos literarios. Lucano escribió entonces epigramas
contra el emperador y participó en la conspiración de
105

Pisón; cuando ésta quedó al descubierto, fue obligado
a suicidarse. Su obra principal, la Farsalia, narra en
diez cantos la guerra civil entre César y Pompeyo,
en los que dibuja a los personajes históricos a partir de
la filosofía estoica. 
24
Como en el último párrafo de la Cuestión XIV,
Voltaire ataca la revelación porque su luz hace pasar
por «engañosas» las luces de la razón.
25
Nicolas Malebranche (1638-1715), filósofo,
sacerdote y teólogo francés, cuya metafísica se basa
en dos principios racionales: «Nada es más evidente
que todas las criaturas son seres particulares y que la
razón es universal y común a todos los espíritus»; y
«El hombre no es en sí mismo su propia luz».
Malebranche pretendía que los seres particulares par-
ticipan del ser, que encierra todo; «pero todos los
seres tanto creados como posibles, como toda su mul-
tiplicidad, no pueden llenar la vasta extensión del
ser», que se descubre en cada una de nuestras ideas,
que emanan del infinito; «no se puede ver la esencia de
un ser infinitamente perfecto sin ver su existencia [la
de Dios]: no se le puede ver simplemente como un ser
posible: nada lo comprende, nada puede representar-
lo. Por tanto, si piensa en él, es preciso que él sea».
26
Es Dante (1265-1321), y no un poeta de la Anti-
güedad, quien en la Divina Comedia, en los cantos
VIII y IX del Paraíso, describe el tercer cielo de Venus,
y en los cantos XIV-XVIII el quinto cielo de Marte.
27
Alusión al ying y al yang de los chinos.
28
Resumen de las cuestiones 23 a 11 de la primera
parte de la Suma teológica de Tomás de Aquino. El
término nuncupativo, desaparecido en la práctica del
106

español, procede del latín nuncupare: declarar solem-
nemente. «En el contexto, podría traducirse “Dios
existe nuncupativamente” por “el Verbo es con Dios” o
“el Verbo es Dios”: lo que Él dice es» (Véronique le Ru,
Le philosophe ignorant, GF, 2009, p. 60).
29
Tales de Mileto, filósofo presocrático jonio y uno
de los Siete sabios de Grecia (ca. 625-ca. 547 a. C.).
Primer pensador conocido de la historia, Tales conci-
bió el agua como el elemento primero del universo; del
agua procederían los demás elementos: el aire, el fue-
go y la tierra. Voltaire ironiza con el verbo haberme
sumido: según la tradición, Tales murió al caer en un
pozo cuando caminaba observando el cielo.
30
Empédocles (ca. 490-ca. 435 a. C.), filósofo pre-
socrático griego que daba al fuego la primacía sobre los
otros tres elementos (aire, tierra, agua, en este orden)
que componen todas las cosas.
31
Epicuro (ca. 342/341-270 a. C.), filósofo, astróno-
mo y físico griego; sus teorías sobre física derivan del
atomismo de Demócrito, en el que introduce la idea de
un clinamen para afirmar la libertad de la voluntad
humana, negada por el atomismo. Para Epicuro, el to-
do está constituido por una infinidad de átomos en la
infinitud del vacío, por la que se desplazan; al introdu-
cir la idea del clinamen (desviación espontánea de la
línea recta), Epicuro permite que los átomos choquen
entre sí y se reúnan de mil maneras formando combi-
naciones y grupos que constituyen el origen de las gran-
des masas: el mar, la tierra, el cielo y los seres vivos.
32
Pitágoras (ca. 580-ca. 497 a. C.), filósofo griego a
quien se debe la noción de número («Todo es núme-
ro»), al que la escuela pitagórica redujo todos los domi-
107

nios: la filosofía ética y la lógica, los conocimientos
matemáticos y la geometría, la astronomía y la música
(aritmética sensible), etc. Atribuidos sin ninguna razón
a Pitágoras, con su nombre nos han llegado unos Ver-
sos de oro, obra de sus discípulos, en los que dan con-
sejos morales que habrían salido de boca del maestro.
33
En su diálogo dedicado a la exaltación de Eros,
dios del amor, El Banquete (ca. 380 a. C.), el filósofo
griego Platón creó el mito del andrógino, antiguo ser
esférico, de una sola cabeza, dos rostros, cuatro brazos
y cuatro piernas. Del andrógino, descendiente de la
Luna,  habría tres tipos: dos hombres, dos mujeres y
un conjunto de hombre y mujer; para debilitar su fuer-
za, Zeus dividió con su rayo en dos a cada uno de esos
seres, volviéndolos incompletos. El mito platónico
trata de explicar los distintos tipos de relaciones sexua-
les que se daban entre los seres humanos.
34
Baruch Spinoza (1632-1677), filósofo holandés
descendiente de una familia judía de origen portu-
gués, trató de conciliar, sobre todo en su Ética, deter-
minismo y libertad; ésta consistiría en el conocimien-
to de las causas de la acción. Al enfrentarse a la idea
del mal como fruto de la debilidad del hombre
–secuela del pecado original de Adán–, Spinoza afir-
ma (Deus sive Natura) que «cuanto existe en la natu-
raleza, considerado en su esencia y en su perfección,
envuelve y expresa del concepto de Dios»; Dios es la
Naturaleza, la Sustancia única e infinita que tiene
poder para existir y obrar por sí misma. Basándose en
los escritos de Abraham ibn Ezra, propuso un nuevo
método de lectura de la Biblia, exigiendo que el texto
se explique por sí mismo, y no por interpretaciones
108

menos libres, porque todo está en el texto, incluso en
sus pasajes oscuros o contradictorios. Aclamado por
Hegel, su sistema ha sido objeto de frecuentes estu-
dios durante la segunda mitad del siglo 
XX
por pensa-
dores como Gilles Deleuze, Étienne Balibar, Pierre
Macherey o Toni Negri, que analizan su idea de lo
político-social, su materialismo y el carácter inma-
nente de su filosofía.
35
Voltaire cree leer a Spinoza, pero de hecho el
texto del que disponía en su biblioteca era la Réfu-
tation des erreurs de Benoît de Spinoza, par M. de
Fénelon, archevêque de Cambray, par le P. Lami
bénédictin et par M. le comte de Boulainvilliers, avec
la vie de Spinosa (1731), una paráfrasis trivial e incom-
pleta del texto del conde de Boulainvilliers. De igual
manera, el párrafo anterior es un resumen deformado
de la Ética de Spinoza a través tanto de sus detractores
como de sus partidarios más acérrimos.
36
Pierre Bayle (1647-1706), filósofo y escritor fran-
cés, de religión protestante, profesor de filosofía y de
historia en Rotterdam; por su reacción frente a la
revocación del edicto de Nantes y la publicación de un
Aviso importante a los refugiados (1680), que procla-
maba la libertad de religión y la tolerancia, fue expul-
sado de su cátedra por «irreligión y complicidad con el
rey de Francia»; no sería la última vez que fue perse-
guido. En su obra mayor, el Dictionnaire historique
et critique (1697-1702), que se quiere corrección de
los errores de otras obras semejantes, Bayle aboga,
desde el escepticismo, por el intercambio permanente
de puntos de vista y de opiniones contradictorias,
método que abrió el camino a Voltaire.
109

37
Proteo es en la mitología griega la divinidad
marina que mora en la isla de Faros, en la desemboca-
dura del Nilo, como pastor de los rebaños de focas de
Posidón. Tenía el poder de metamorfosearse y adoptar
diversas formas; debido a ello, su hija Idotea, que que-
ría ayudar a Menelao, retenido por una calma chicha
en la isla, a regresar a Grecia tras la guerra de Troya,
aconsejó al jefe griego cogerlo por sorpresa: Menelao y
algunos de sus compañeros se disfrazaron de focas;
después de apoderarse de él, y a pesar de que el dios se
convirtió sucesivamente en león, serpiente, pantera,
agua y árbol, Proteo les indicó la forma de conjurar los
vientos (Odisea, IV, vv. 349 y ss.).
38
Estratón de Lampsaco (muerto en 269 a. C.), filó-
sofo griego, segundo director de la escuela peripatética
situada en el Liceo, fundada por Aristóteles; fue discí-
pulo de Teofrasto, a quien sucedió al frente del Liceo
(desde 288 hasta 268 a. C.). Antes había sido preceptor
del futuro Ptolomeo Filadelfo en la corte de Alejandría.
El mundo, según Estratón, no era ninguna obra de
Dios, sino de la Naturaleza, surgida del movimiento y
del juego permanente de los elementos naturales.
39
Diágoras de Melos, filósofo griego que habría
perecido hacia 400 a. C. en un naufragio. Discípulo de
Demócrito, escribió poemas de los que nos han llegado
algunos fragmentos; fue apodado «el Ateo» y expulsa-
do de Atenas (ca. 415 a. C.) por haberse burlado de los
misterios de Eleusis. 
40
Pirrón (360-275 a. C.), filósofo escéptico oriun-
do de la Élide (Grecia); acompañó a Alejandro Magno
a Asia y Persia (334 a. C.), donde se instruyó con los
gimnosofistas y con los magos. Vuelto agnóstico, se
110

negó a emitir una opinión sobre cualquier asunto, base
del pirronismo; no escribió nada, pero su discípulo
Timón de Flionte (ca. 324-253 a. C.) y sus seguidores
explicaron el método para alcanzar el estado de incom-
prensión y ataraxia, o la felicidad de no saber absolu-
tamente nada.
41
Pese a esta afirmación de Voltaire, en el apéndi-
ce a la primera parte de la Ética Spinoza hace una crí-
tica radical del principio de las causas finales y de la
voluntad de Dios, «ese asilo de la ignorancia».
42
Johan de Witt (1625-1672), geómetra en su
juventud, dirigió de hecho la república de las Provin-
cias Unidas durante veinte años como Gran Pensio-
nista de los Estados de Holanda; gobernó en tiempos
revueltos, frente a la Inglaterra Republicana primero,
luego frente a la casa de Orange, por último ante la
ambición de Luis XIV cuyas tropas invadieron los
Países Bajos españoles; acusado de haber entregado la
República a Francia, fue asesinado por una multitud
pro-orangista, crimen con el que Alexandre Dumas
inicia El tulipán negro (cap. III). 
43
Alusión a Kepler que expone parte del misterio
de la Trinidad tratando de mostrar que preside la
organización del cosmos, en el prólogo de su Myste-
rium cosmographicum (1597).
44
El párrafo alude a la teoría cartesiana de la tran-
substanciación defendida por el físico francés Jacques
Rohault (1618-1672) en sus Entretiens sur la philoso-
phie (1671), donde se enfrenta a los ataques de la
Iglesia contra las ideas de Descartes.
45
Blaise Pascal (1623-1662), filósofo jansenista
francés que, aspirando a la renuncia al mundo, se reti-
111

ró al monasterio de Port-Royal, de donde lo sacó la
condena por el Vaticano de cinco proposiciones de
Jansenio (véase nota 105); Pascal se compromete a
fondo en esa lucha de ideas religiosas en la que se
enfrenta a los jesuitas con sus dieciocho Cartas escri-
tas a un provincial (conocidas como Las provinciales,
1656-1657), que popularizaron las disputas teológicas
sobre la gracia eficaz y la gracia suficiente; sólo la ame-
naza de ser condenado por la Iglesia, con la inclusión
de sus Cartas en el Índice, detuvo en pleno triunfo su
pluma. Apartado nuevamente del mundo, Pascal lee y
escribe intensamente preparando lo que había de ser
su gran obra, Pensées (Pensamientos, 1670), su mayor
aportación al espíritu moderno. El fragmento citado a
continuación refiere, aunque no al pie de la letra, una
nota marginal de Pascal a su pensamiento n.
o
397
(Pascal, Œuvres complètes, ed. Le Guern, Pléiade,
2000, p. 680).
46
Alberto Magno (1193/1206-1280), monje domi-
nico, filósofo, teólogo, naturalista, químico y alquimis-
ta alemán, que tradujo y comentó a Aristóteles, para-
fraseándolo y haciendo lo mismo en sus comentarios a
Averroes; de este modo difundió por primera vez en
Occidente las filosofías griega y árabe; como científico,
se interesó por la astronomía, las matemáticas y la
medicina, así como por la alquimia, a la que aportó
una treintena de títulos. 
47
Louis Abelly (1603-1691), monje dominico y teó-
logo francés, confesor de Mazarino y obispo de Rodez,
cargo del que dimitió para retirarse a un monasterio.
Fue autor de un compendio de teología dogmática en
dos volúmenes, Medulla theologica (El tuétano teoló-
112

gico, 1651), cuyas tesis antijansenistas despertaron
grandes controversias por su probabilismo.
48
Nombre francés para una moneda equivalente al
escudo español.
49
Nicolas Malebranche (véase nota 25), partidario
del «Todo está bien». Pero la burla de Voltaire se diri-
ge contra la fórmula leibniziana del «mejor de los
mundos posibles», que centra la sátira de Cándido. En
el Poema sobre la destrucción del terremoto de Lis-
boa, Voltaire es más concreto: «Leibniz no me enseña
con qué invisibles nudos,/ en el mejor ordenado de los
mundos posibles,/ un desorden eterno, un caos de
desdichas,/ mezcla a nuestros placeres vanos dolores
reales,/ ni por qué el inocente, así como el culpable,/
sufren por igual el mal inevitable./ Ya no puedo conce-
bir cómo estaría todo bien:/ soy como un doctor: por
desgracia no sé nada» (véase mi edición de Voltaire:
Cuentos completos en prosa y verso, Siruela, 2005,
pp. 811-816).
50
Alusión a la sífilis u otra enfermedad venérea,
para cuya curación se utilizaba el mercurio.
51
La expresión prendre des vessies pour des lan-
ternes (cometer una equivocación burda) utiliza el
sentido figurado que desde la Edad Media hasta el si-
glo
XVIII
tiene el término lanternes: «cuentos absurdos
y extravagantes».
52
G. W. Leibniz.
53
Tarquino el Soberbio (534-510 a. C.) fue el sépti-
mo y último rey semilegendario de Roma: su orgullo y
tiranía motivaron su expulsión a raíz de la violación de
Lucrecia por el hijo de Tarquino, Sexto, que había
amenazado con matarla si se resistía. Tras referir a su
113

padre y a su marido los hechos, Lucrecia se apuñaló en
su presencia.
54
Alusión a Don Carlos, hijo de Felipe II, que mu-
rió en prisión; la historia o su leyenda se conocían
desde el Renacimiento e inspiraron varias obras litera-
rias.
55
El término «mónada», difundido por Leibniz, se
remonta a la filosofía pitagórica, para la que designa
«los elementos simples de que está hecho el univer-
so». En su Monadología (escrita originalmente en
francés, en 1714, fue publicada por primera vez en ale-
mán por Köhler, en 1720, con el título Lehrsätze über
die Monadologie, y en latín, en las Actas Eruditorum,
Leipzig, en 1721, con el título Principia Philosophiae;
hasta mucho más tarde, en 1840, no apareció publica-
da en la versión original) Leibniz expone que todo ser
es una mónada o un compuesto de mónadas; éstas
están jerarquizadas por su grado de perfección, y pue-
den ser simples, cuando carecen de conciencia y de
memoria (en los minerales y vegetales); sensitivas,
cuando poseen conciencia y memoria e imitan la razón
(en los animales); razonables, cuando cuentan con la
conciencia reflexiva de sus percepciones (en el hom-
bre); y Dios, o mónada de mónadas (Hegel).
56
Ralph Cudworth (1617-1688), filósofo inglés,
representante de la escuela platónica de Cambridge,
conocido por su creación del neologismo conciousness
(utilizado luego por Locke) en su obra The True inte-
llectual system, que ataca el determinismo para
probar la existencia de Dios (frente al ateísmo de
Hobbes), el aspecto natural de las distinciones mora-
les y la realidad de la libertad humana. Su obra erudi-
114

ta y carente de originalidad importa sobre todo para el
conocimiento del pensamiento religioso tras la Res-
tauración inglesa.
57
John Locke (1632-1704), filósofo inglés de enor-
me influencia sobre el pensamiento de la Ilustración;
representante del empirismo, sistema para el que todo
conocimiento procede de la experiencia, el pensa-
miento de Locke funda en cierto modo el liberalismo,
tanto en su plano político como en el económico, que
debe garantizar el respeto a los derechos naturales de
todo hombre; de este modo eliminaba del ámbito del
poder político los derivados éticos y religiosos que
hasta entonces controlaba. Su capital Carta sobre la
tolerancia separa el poder del Estado del poder de las
Iglesias, dadas las diferencias entre los fines tempora-
les y espirituales de uno y otras. Al proclamar la liber-
tad de conciencia, Locke se enfrentaba al autoritarismo
dogmático, y también al anarquismo individualista,
pues todas las relaciones deben ser garantizadas por
las leyes que el Estado se da según las circunstancias
en que se desenvuelve. Además de su primera obra,
Ley de la Naturaleza, hay que citar títulos determi-
nantes como Ensayo sobre el entendimiento humano,
Tratados sobre el gobierno civil, Pensamientos sobre
la educación El cristianismo razonable.
58
El tribunal de la Inquisición, en 1633.
59
Francis Bacon (1561-1626), gran canciller inglés
con Jacobo I (1617), cargo del que fue expulsado tras
ser juzgado por numerosos casos de concusión y ence-
rrado en la Torre de Londres. Fue rehabilitado por
Carlos I (1625); durante su caída en desgracia revisó y
completó sus obras filosóficas, con las que aspiraba a
115

renovar el método de estudio científico, basado hasta
entonces en el razonamiento deductivo; abogó por el
inductivo, basado en la observación confirmada por la
experiencia. Su obra principal, Novum Organum,
sentó las bases del empirismo.
60
Aristóteles, Física (libro IV, capítulos 6-9).
61
Los elogios que Voltaire hizo de Locke en sus
Lettres philosophiques le habían convertido en objeto
de persecución.
62
Por orden del oráculo, Cadmo, primogénito de
los hijos de Agenor, construyó la ciudad de su nombre
en Tebas, a imitación de la Tebas egipcia. Cuando para
ofrecer un sacrificio a Palas mandó a sus compañeros
a recoger agua en un bosque vecino consagrado a Mar-
te, éstos fueron devorados por un dragón, hijo de
Marte y de Venus. Cadmo se vengó matando al mons-
truo, cuyos dientes sembró; de ellos salieron hombres
armados que lo atacaron, pero que terminaron vol-
viéndose contra sí mismos. Los cinco que sobrevivie-
ron le ayudaron a construir su ciudad.
63
Voltaire alude aquí, no al pueblo judío, sino a los
teólogos judíos, por su pretensión de proclamar a su
pueblo elegido de Dios.
64
El pueblo guebro –sobre cuya tolerancia Voltaire
escribió una tragedia así titulada, Les Guebres–, que
formó parte de Persia, siguió fiel al culto de Zoroastro.
En cuanto a malabar, que en concreto designaba a los
habitantes de las costas de Malabar, en el sudoeste de
la península india, en el siglo 
XVIII
el término designa-
ba en general a los habitantes de la India. 
65
Le Jargon, ou Langage de l’argot réformé, París,
ca. 1610. Hay, sin embargo, un libro anterior, publica-
116

do en 1596: La Vie généreuse des mercelots, gueuz et
boemiens, contenans leur façon de vivre, subtilitez
et gergon, de Pechon de Ruby (ed. crítica, París, 2007).
66
«La justicia y el derecho son vanas ideas… El
derecho de los reyes consiste en no perdonar nada»
(Corneille, La mort de Pompée, I, 1). Sobre Lucano,
véase la nota 23.
67
William Dampier (1652-1715), viajero, navegan-
te y bucanero inglés, el primero que exploró partes
de Nueva Holanda (Australia) y de Nueva Guinea. En
1683 participó en una expedición al Pacífico que lo
llevó por Sumatra, China y la India. En 1699 publicó el
relato de sus aventuras en un Viaje alrededor del
mundo; su expedición de 1699-1701 le permitió escri-
bir Un viaje a Nueva Holanda (1703-1709). Apoyado
por el Almirantazgo, en 1703 dirigió una expedición
para apoderarse de navíos españoles; en ella viajaba
Alexander Selkirk, marinero abandonado en una isla
deshabitada del archipiélago Juan Fernández; Dam-
pier lo rescataría cinco años más tarde, durante otra
expedición corsaria; al parecer este hecho inspiró a
Daniel Defoe su novela Robinson Crusoe. A su regreso
a Inglaterra, los expedicionarios habían acumulado
una cantidad de dinero equivalente a más de 20 millo-
nes de libras actuales.
68
Thomas Hobbes (1588-1679), filósofo inglés que
conoció en su juventud las guerras de religión ingle-
sas; su experiencia lo llevó a dedicar casi la mitad de su
obra política a la cuestión religiosa, a las Iglesias, la
cristiana sobre todo, que exigen un poder autónomo,
dividiendo así a la sociedad en dos ámbitos de poder:
el temporal y el espiritual. El sistema de Hobbes se
117

inclina por someter éste y todas sus cuestiones al
Soberano, que debe resolver la oposición haciendo
respetar las leyes de la naturaleza: «La ley de la natu-
raleza y la ley civil se contienen una a otra y son de
igual extensión»; y el Soberano se encarga de hacer
«de las leyes de la naturaleza verdaderas leyes». Entre
sus obras capitales figuran Leviatán (1651), Elementos
de la ley natural y política (1640), Del ciudadano
(1641), etcétera, en las que se opone a la tradición aris-
totélica, base del escolasticismo, y provoca una revolu-
ción copernicana en filosofía. 
69
A Essay concerning Human Understanding
(1690), obra capital de Locke en la que se enfrenta a
cualquier forma de pensamiento dogmático y a todas
las concepciones inoperantes; al nacer, el espíritu sería
una tabla rasa sin ningún carácter ni idea, y sólo la
experiencia puede llenarlo con la percepción de los
objetos exteriores y las operaciones del pensamiento, o
ideas que proceden de la reflexión. Leibniz refutó su
empirismo desde el racionalismo en Nuevos ensayos
sobre el entendimiento humano.
70
Los mingrelianos forman un grupo étnico de
georgianos que habitan en Samegrelo, o Mingrelia,
región de Georgia.
71
El jesuita Lambert publicó en 1749 un Recueil
d’observations curieuses sur les mœurs, les costumes,
les arts et les sciences des différents peuples de l’Asie,
de l’Afrique et de l’Amérique.
72
Jean Chardin (1643-1713), hijo de un joyero pro-
testante, fue enviado cuando tenía veintidós años a
Persia y a la India para comerciar en diamantes; de
regreso en 1670, retornó al año siguiente a esa región
118

donde el rey persa lo nombró su comerciante; en 1680
volvió a Francia, pero, viendo a los protestantes perse-
guidos, se trasladó a Inglaterra, donde fue bien acogi-
do por Carlos II; éste lo nombró joyero de la corte y
representante de la Compañía Inglesa de las Indias
Orientales. Fue en Holanda donde publicó su libro
Voyages de monsieur le Chevalier Chardin en Perse et
autres lieux de l’Orient (1686), en el que recoge par-
cialmente sus recuerdos sobre las costumbres y modos
de vida de la cultura persa sobre todo. La relación
completa de sus viajes aparecería en Amsterdam en
1711 bajo el título Journal du voyage du Chevalier
Chardin.
73
El príncipe Mauricio de Nassau, estatúder de
Holanda (1567-1625), a quien Voltaire cita con este
mismo ejemplo en su cuento Historia de Jenni, o el
Sabio y el Ateo (cf. mi edición de Voltaire: Cuentos
completos en prosa y verso, Siruela, 2006, p. 765,
n. 66).
74
De l’esprit des lois (1748), obra capital para el
pensamiento moderno, escrita por Charles-Louis de
Secondat, barón de La Brède y de Montesquieu (1689-
1755); en ella sienta el principio de separación de
poderes de las diversas instituciones que forman el Es-
tado: los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, base
de toda democracia. 
75
Antiguo nombre que los europeos daban a la ciu-
dad y al sultanato indonesio de Banten, al que los
holandeses consiguieron imponer su soberanía y en
1813 integrar en el territorio de las Indias Holandesas.
Tras un período de esplendor (siglos 
XVII
-
XIX
), en la
actualidad es sólo una aldea de pescadores.
119

76
Olivier Cromwell (1599-1658), militar y político
inglés, que gobernó Inglaterra desde 1650 hasta su
muerte; tras el fallecimiento de Carlos I, era, aparente-
mente, el único político notable capaz de gobernar;
como jefe militar, se distinguió durante la guerra civil
derrotando a las huestes realistas y destacando tanto
por su valentía como por la crueldad propia y la de sus
tropas. En 1649 proclamó la República, y tres años
más tarde era nombrado por el Parlamento, temeroso
de la anarquía latente, Lord Protector de la Repúbli-
ca de Inglaterra, Escocia e Irlanda, y no tardó en impo-
ner un despotismo puritano.
77
Anthony, conde de Shaftesbury (1671-1713), filó-
sofo y político inglés, cuya obra An inquiry concerning
virtue or merit (1727) ejerció gran influencia durante
su siglo y el siguiente. Aboga en ese libro por una vir-
tud moral, racionalista y sentimentalista a un tiempo,
que coincida con el orden armonioso del universo;
toda su filosofía está teñida de teología.
78
El Zend-Avesta, que recopila los textos sagrados
de Zoroastro (o Zaratustra), profeta y reformador reli-
gioso persa (ca. VII a. C., aunque otras opiniones lo
sitúan en el año 1000 o en el 400 a. C.); según sus doc-
trinas se llega a la felicidad a través de cien puertas. El
Zend-Avesta empezó a conocerse en Europa parcial-
mente hacia mediados del siglo 
XVIII
.
79
Los brahmas constituían la casta superior de
sacerdotes en la antigua sociedad india; llegaban a ese
rango cuando alcanzaban el conocimiento del Brah-
man, la entidad más alta de la filosofía hindú. 
80
O los cinco libros sagrados de la sabiduría que
Confucio se encargó de ordenar. Este filósofo chino
120

(ca. 555-479 a. C.) dejó unas enseñanzas que, recopi-
ladas por sus discípulos, han sustentado durante siglos
la civilización china.
81
Zaleuco, filósofo y legislador griego que habría
vivido en la primera mitad del siglo 
VII
a. C., en Locros
(Baja Italia), aunque muchos historiadores ponen en
duda su existencia. En la época de Cicerón se le atri-
buía un código de leyes del que sólo se ha conservado
el preámbulo; tenía por objeto mantener las buenas
costumbres y se basaba en la necesidad de una religión.
82
Véase nota 31.
83
Cayo Petronio Arbiter, Petronio (¿-65 de nuestra
era), «árbitro de la elegancia» para los romanos, es el
satírico latino más importante; se le debe la novela
el Satiricón, que narra las andanzas libertinas, y so-
bre todo homosexuales, de dos jóvenes: Encolpio –el
narrador– y su amigo Ascito, a quienes se suma un
muchacho, Gitón, que los enfrenta entre sí. Implicado
en la conspiración de Pisón contra Nerón, fue obliga-
do a darse la muerte.
84
Diógenes Laercio, nacido a principios del siglo
III
, fue un filósofo y poeta griego que, además de una
recopilación de epigramas, escribió Vidas, doctrinas y
sentencias de los filósofos ilustres, donde se esmera
por situarlos en su entorno con distintas anécdotas y
sus relaciones con otros filósofos; resume además sus
doctrinas a grandes rasgos.
85
Antoine Arnauld (1612-1694), teólogo, filósofo y
matemático francés, una de las cabezas más visibles
del jansenismo y de la oposición a los jesuitas; en sus
obras, más que definir un sistema de pensamiento,
saca a la luz los errores de otros filósofos y hace una
121

crítica del cartesianismo, en el que arranca su primera
controversia sobre el placer y la felicidad. Entre 1683 y
1685 entabló una larga polémica con Malebranche
sobre las relaciones entre teología y metafísica (De las
verdaderas y las falsas ideas), para terminar defen-
diendo que la Providencia puede intervenir con mila-
gros para superar los límites de las leyes regulares que
Dios ha puesto en el mundo (Tratado de la Natura-
leza y de la Gracia, Los milagros de la ley antigua y
Reflexiones sobre el nuevo sistema de la Naturaleza
y de la Gracia).
86
Catón el Joven, o Catón de Útica (95-46 a. C.),
político romano, que se enfrentó a la ambición de Julio
César. Tras la derrota en Farsalia de Pompeyo, a quien
respaldaba, y la de Metelo Escipión, a quien apoyó con
algunas tropas en África, se encerró en Útica (capital
del África proconsular, al noroeste de Cartago, en la
actual Túnez, a 40 kilómetros de su capital) y se tras-
pasó con la espada tras leer y meditar el diálogo plató-
nico Fedón, que trata de la inmortalidad del alma.
87
Epicteto (55-135), filósofo estoico griego, esclavo
en Roma y manumitido; expulsado de Roma junto
con los demás filósofos por el emperador Domiciano,
abrió escuela en Nicópolis, en el noroeste de Grecia.
No escribió ninguna obra, pero su discípulo Flavio
Arriano recogió sus enseñanzas en un Enquiridion (o
manual) y en unos Discursos que tratan más de ética
y moral práctica que de filosofía.
88
Marco Aurelio Antonino Augusto (121-180),
emperador de Roma desde el año 161, escribió duran-
te sus campañas militares unas Meditaciones donde
expone un pensamiento heredero de los estoicos, que
122

busca la armonía y del equilibrio en la conducta del ser
humano.
89
El emperador romano Juliano el Apóstata (331-
363) aplicó al llegar al poder en el año 361 una toleran-
cia religiosa que supuso un soplo de aire fresco tras el
reinado de su predecesor, Constancio II. Después de
rechazar el cristianismo como religión oficial, restauró
el paganismo y estableció un culto solar.
90
Peccata splendida, según Agustín de Hipona.
91
Luciano de Samosata (125-ca. 195), escritor y
sofista griego, autor de más de setenta obras, en su
mayoría discursos y conferencias que dio por toda la
cuenca mediterránea. Destacan sus Diálogos, sobre
todo los Diálogos de los muertos Diálogos de los dio-
ses, Timón, Cuentos, etcétera; se trata en su mayoría
de obras breves y satíricas, en las que ridiculiza tanto
la religión y los dioses como los hombres importantes,
los escritores a la moda, etcétera. En muchos puntos
sirvió de modelo a Erasmo y a Voltaire entre otros.
92
El griego Esopo, que vivió entre los siglos 
VII
y
VI
a. C., está considerado como el padre de la fábula; su
personalidad sigue siendo legendaria: esclavo, prisio-
nero de guerra, jorobado, cojo y tartamudo, murió
condenado a ser arrojado desde lo alto de un precipi-
cio. Las Fábulas que se le atribuyen ya eran conocidas
en la tradición oral de los pueblos indoeuropeos en el
siglo
V
y su redacción muy posterior a esa centuria. Se
trata de relatos breves y secos protagonizados por ani-
males, escritos en prosa y sin pretensiones literarias. 
93
Brahmán legendario de la India, también cono-
cido como Pilapay o Bidpay, al que persas y árabes
atribuyen una recopilación de apólogos, escrita a peti-
123

ción de un príncipe llamad Dabchelim, y titulada
Pantcha-Tantra, probablemente la recopilación más
antigua que nos ha llegado. Se tradujo al árabe con el
título de Libro de Calima y Dimna, con el que lo cono-
ció la cultura occidental. En sus apólogos, los animales
hablan a los hombres dándoles consejos de conducta.
En 1251 probablemente fue mandado traducir al caste-
llano por el infante Alfonso el Sabio (luego Alfonso X).
94
Luqman, hombre santo citado en el Corán (azora
31), convertido en esclavo por comerciantes eslavos
que invadieron África. Se trata de un personaje legen-
dario, que unos identifican con Balaam, y otros con el
sabio Ahiqar de la tradición armenia, aunque de hecho
se ignora todo sobre su época y sobre su verdadera
identidad. Se le consideraba como un árabe meridio-
nal, un nubio o un abisinio. Posteriormente se le atri-
buyeron fábulas con las que, por medio de animales,
daba consejos a su hijo; estas fábulas son paralelas a
las de otros héroes de la antigüedad bíblica o pagana,
como Esopo.
95
Al Hakim ib-Amr Allah (985-1021), califa e imán
fatimita fundador en El Cairo de una «Casa del Saber»
donde, además de las disciplinas coránicas con que se
preparaba a los misioneros de las doctrinas ismailitas,
se dio cabida a la filosofía y a la astronomía. En 1021
desapareció durante un paseo nocturno por los alrede-
dores de El Cairo. Su cuerpo no fue hallado y sus
allegados lo convirtieron en una encarnación divina y
fundaron la secta de los drusos.
96
En la mitología griega, Tetis, hija de Urano y de
Gea, es la más joven de las Titánides. De su matrimonio
con su hermano Océano nacieron más de tres mil hijos.
124

97
Hesíodo narra en su Teogonía la lucha de los
Titanes –los seis hijos que tuvieron Urano y Gea–,
excepto Océano, contra Zeus cuando éste se rebeló con-
tra Crono. Zeus los derrotó y los sepultó en el Tártaro.
98
Prometeo y Pandora son, según la mitología
griega, el primer hombre y la primera mujer, con la
que se casó Epimeteo, hermano de Prometeo; éste
había conseguido capturar todos los males del mundo
y encerrarlos en una vasija; aunque su marido le había
prohibido mirar el contenido, Pandora, llevada por la
curiosidad, quitó la tapa de la vasija y todos los males
se esparcieron de nuevo por la tierra.
99
Serpiente hija de Gea, según la mitología griega;
fue la encargada del oráculo de Delfos hasta que el dios
Apolo la mató para ocupar el oráculo.
100
Voltaire apunta críticamente contra la escolás-
tica y la Edad Media, de cuyas tinieblas nació, según el
autor de El filósofo ignorante, toda la intolerancia reli-
giosa de la Iglesia.
101
El Digesto, o Pandectas: colección de sentencias
de los jurisconsultos romanos antiguos mandada
hacer por el emperador Justiniano.
102
John Duns Scoto (1265/1266-1308), filósofo y
teólogo inglés, conocido como «Doctor Sutil» por la
matización de sus discusiones, que abarcaron los cam-
pos más diversos, desde la naturaleza de la libertad
humana hasta el lenguaje religioso. Aunque estaba
de acuerdo con Tomás de Aquino (1224/1225-1274), el
principal maestro de la filosofía escolástica, en muchos
puntos teológicos, discrepó de su idea de la imposibili-
dad de aplicar a Dios y a las criaturas ciertos predica-
dos unívocos; los conceptos que el ser humano formu-
125

la proceden de las criaturas, y por tanto, según Aquino,
aplicados a Dios tendrían un sentido diferente; esta
disputa sobre la analogía de los predicados ocupó gran
espacio en la teología medieval.
103
Johannes Hausschein, conocido como Ecolam-
padio (1482-1531), humanista y reformador alemán
que colaboró con Erasmo en la edición del Nuevo Tes-
tamento. Predicador en Basilea (1518) y en Augsburgo,
tras la publicación de los escritos de Lutero se retiró
dos años a un convento de Baviera, para reaparecer y
encabezar el movimiento evangélico en Basilea, ciudad
a la que encaminó hacia la Iglesia reformada.
104
Philipp Melanchton (1497-1560), reformador
religioso alemán, humanista y erudito, colaborador de
Lutero, a quien sustituyó al frente de la Reforma en
Wittemberg cuando éste fue encerrado en el castillo
de Wartburg. Representó a la Reforma en la Dieta de
Augsburgo con 28 artículos de fe de un tono tan conci-
liador que sorprendió a los católicos y no tardó en
molestar a algunos seguidores de la Reforma e incluso
a Lutero, del que sin embargo nunca se separó; tras la
muerte de éste, su tono tolerante y su búsqueda de
puntos de encuentro con las Iglesias de Inglaterra y
de Roma fueron objeto de duras críticas por parte del
luteranismo ortodoxo.
105
Cornelio Jansen, o Jansenio (1585-1683), obis-
po de Ypres, profesor en la Universidad de Lovaina,
desde la que se enfrentó a la pretensión de los jesuitas
de establecer su propia escuela. Para limar asperezas
viajó en dos ocasiones a Madrid (1624 y 1626), de
donde tuvo que huir de la Inquisición; enemigo tam-
bién del protestantismo, se dedicó a escribir su
126

Augustinus (1640), tratado sobre la teología de san
Agustín; sus ideas sobre la gracia divina iban más
allá de la disputa teológica y alcanzaban a la organiza-
ción de la Iglesia católica, el papel del clero en la socie-
dad, etcétera. Cinco de las proposiciones del Augus-
tinus fueron condenadas por Inocencio X en 1650 pro-
vocando una  conmoción en la Iglesia (Port-Royal, los
hermanos Arnauld) que fue zanjada por el Vaticano en
1653, condenando cuatro de las proposiciones por
heréticas y declarando falsa la quinta. El jansenismo,
que de hecho nace tras la muerte de Jansenio, se de-
sarrolló mezclado con los sucesos políticos durante los
reinados de Luis XIII y Luis XIV en Francia. 
106
Luis Molina (1536-1600), jesuita y teólogo
español, autor de comentarios a la obra de Tomás de
Aquino; en su explicación de las ideas agustinianas
de la predestinación, el libre albedrío y la gracia, quiso
conciliar la libertad humana y el poder divino. Pese
a concordar con las oficiales de la Iglesia, estas ideas
fueron refutadas por varias órdenes religiosas, en par-
ticular por los dominicos; Roma, tras analizar la que-
rella, impuso silencio a ambas partes. Sus ideas, sin
embargo, se difundieron en Francia provocando un
duro enfrentamiento ideológico de jesuitas y jansenis-
tas (Las cartas provinciales de Pascal, que ridiculizan
el casuismo de los jesuitas y del molinismo, son buen
testigo de ello); la querella acabó con la condena por
parte de Roma de las cinco proposiciones adjudicadas
a Jansenio (véase nota anterior). 
107
Licofrón de Calcis (nacido ca. 320 a. C.), poeta
y dramaturgo helenístico romano, autor de un tratado
en prosa sobre la comedia, de una veintena de trage-
127

dias de las que sólo se conservan fragmentos. Sólo nos
ha llegado completo un monólogo trágico, Alejandra,
que refiere las profecías de Casandra en lenguaje eru-
dito y oscuro, lleno de alusiones e imágenes de difícil
comprensión.
108
Jean-Joseph Mouret (1672-1738), músico fran-
cés, representante de la música de la Regencia, autor
de tragedias musicales y óperas-ballet, además de
sonatas, motetes, y dos suites sinfónicas consideradas
como su mejor trabajo. Al final de su vida, la miseria y
la decadencia física lo llevaron a la locura hasta termi-
nar sus días en el asilo de Charenton.
109
Cuestión XIII.
110
Festividad de los parsis, que el zoroastrismo
celebra seis veces al año en la India.
111
Para los persas, tras morir el hombre, su alma
pasa por el puente de Tshinavar, donde luchan el bien y
el mal. Dardaroth es el nombre que los egipcios dan al
Tártaro. Y el lago de Karon es, para los antiguos persas,
egipcios y griegos (el barquero Caronte), la última etapa
por la que las almas pasan a la morada de los muertos. 
112
Tucídides (ca. 460-ca. 395 a. C.) y Jenofonte (ca.
430-ca. 355 a. C.) son los dos grandes historiadores de
la Grecia antigua, que relatan hechos vividos de cerca
por ellos; el primero, en su Historia que abarca los su-
cesos ocurridos durante la guerra del Peloponeso, entre
431 y 411 a. C.; el segundo, en su Anábasis, que relata
la retirada del ejército griego, llamada de los Diez Mil,
por toda Asia Menor tras la muerte de Ciro en Cunaxa
(401 a. C.) y que fue dirigida por el propio Jenofonte. 
113
El término griego apedeutes significa «ignoran-
te, privado de conocimiento».
128

114
Región histórica de Letonia, en la Europa sep-
tentrional, frente al mar Báltico; fue Estado indepen-
diente como ducado de 1561 a 1795, fecha en la que
pasó a ser administrada por el Imperio ruso.
115
Melchior Goldast de Heiminsfeld (1576-1635),
historiador suizo, canciller del landgrave de Hesse y
consejero imperial, autor de una Colección de consti-
tuciones imperiales.
116
Carlomagno nació en Aquisgrán (en francés,
Aix-la-Chapelle) en el viejo palacio de los reyes francos
del que sólo queda la llamada torre de Granus; Vol-
taire sigue una tradición poética que considera a este
Granus rey por herencia de la región, constructor del
palacio y el que mandó matar a los apóstoles cristianos
Pedro y Pablo (Histoire de France, en vers, de Phi-
lippe Mousques, p. 37, en Recherches sur les sources
antiques de la Littérature française). Nerón, por otro
lado, fue hijo único de Cneo Domicio Ahenobarbo y de
su prima Agripina (llamada Agripinila o Agripina la
Menor para distinguirla de su madre, Julia Vipsania
Agripina, la Mayor, hija de Augusto); tras la muerte de
su primer esposo, Agripina se casó en dos ocasiones
(la segunda con el emperador Claudio), y de estos
matrimonios no tuvo hijos. En el año 59 Nerón, ya
emperador, ordenó la ejecución de su madre. 
117
Pierre de Luxembourg (1369-1387), nacido en el
seno de una poderosa familia, fue nombrado obispo de
Metz en 1384 por el antipapa Clemente VII, primero
de los papas de Aviñón del Gran Cisma de Occidente;
dos años más tarde era nombrado cardenal de Aviñón,
pero moría dos meses después de ese nombramiento;
fue beatificado en 1527.
129

131
Abelly, Louis, 56
Alberto Magno, Alejandro III
de Macedonia, llamado, 55
Aristóteles, 21, 66
Arnauld, Antoine, 89
Arquímedes de Siracusa, 34
Bayle, Pierre, 49, 50, 53, 54,
83
Carlomagno, Carlos I el Gran-
de, llamado, 97
Catón el Joven, Marco Por-
cio, 90
César, Cayo Julio, 59, 96
Chardin, Jean, 78
Clarke, Samuel, 33, 34, 42, 47
Collins, Anthony, 31, 33
Confucio, 63, 85, 86
Cromwell, Olivier, 82
Cudworth, Ralph, 61
Dampier, William, 75
Descartes, René, 21-23, 51, 81
Diágoras de Melos, 51
Diógenes Laercio, 89
Du Deffand, Marie de Vichy-
Champrond, 11
Duns Scoto, John, 93
Ecolampadio, Johannes
Hausschein, llamado, 93
Empédocles de Agrigento,
47
Epicteto, 90
Epicuro, 47, 50, 88
Esopo, 91
Estratón de Lampsaco, 51
Galileo Galilei, 65
Gassendi, Pierre, 21, 23
Goldast de Heiminsfeld,
Melchior, 97
Hesíodo, 36, 88, 93
Hipócrates de Cos, 66
Hobbes, Thomas, 77, 81, 83
Homero, 22
Horacio Flaco, Quinto, 88
Jenofonte, 95
Juliano el Apóstata, Flavio
Claudio, 90
Lambert, Johann Heinrich,
78
Leopoldo I de Habsburgo, 25
Licofrón de Calcis, 93
ÍNDICE ONOMÁSTICO

Locke, John, 11, 31, 62, 66-
68, 75-81
Longo el Sofista, 25
Lucano, Marco Anneo, 38, 72
Luciano de Samosata, 91
Luis de Francia, el Gran
Delfín, primogénito de
Luis XIV, 25
Luis XIV de Francia, 25
Mahoma, 71
Malebranche, Nicolas, 43, 89
Mauricio de Nassau, 79
Melanchton, Philipp, 93
Nerón Claudio César Augus-
to Germánico, 97
Newton, Isaac, 65, 80, 81
Ovidio Nasón, Publio, 36
Pascal, Blaise, 55
Pemán, José María, 10
Petronio, Cayo Arbiter, 88
Pierre de Luxembourg, 98
Pirrón, 51
Pitágoras de Samos, 47, 87
Platón, 47, 57, 83
Pompeyo Magno, Cneo, 73
Ptolomeo II Filadelfo, 73
Rafael de Urbino, 22
Shaftesbury, Anthony Ashley
Cooper conde de, 83
Spinoza, Baruch, 11, 47, 49,
50, 52, 53, 54, 81-83
Tácito, Cornelio, 96
Tales de Mileto, 10, 47, 54
Tarquino el Soberbio, Lucio,
59
Tomás de Aquino, 45, 93
Tucídides, 95
Virgilio Marón, Publio, 38
Voltaire, François-Marie
Arouet, llamado, 10, 11, 13
Walpole, Horace, 11
Witt, Johan de, 53
Zaleuco, 87
Zoroastro, 63, 71, 83, 84, 87
132

Este libro se terminó de imprimir el 23 de abril de 2010.
«Es ridículo pensar que una nación ilustrada 
es menos feliz que una nación ignorante.»
«Reflexiones para los tontos»
en Opúsculos variados
Voltaire

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  • EL FILÓSOFO IGNORANTE
    • PÁGINA LEGAL
    • ÍNDICE
      • PRÓLOGO
      • NOTA DE TRADUCCIÓN
      • EL FILÓSOFO IGNORANTE
        • I Primera cuestión
        • II Nuestra debilidad
        • III ¿Cómo puedo pensar?
        • IV ¿Me es necesario saber?
        • V Aristóteles, Descartes y Gassendi
        • VI Los animales
        • VII La experiencia
        • VIII Sustancia
        • IX Límites estrechos
        • X Descubrimientos imposibles
        • XI Desesperación fundada
        • XII Debilidad de los hombres
        • XIII ¿Soy libre?
        • XIV ¿Es todo eterno?
        • XV Inteligencia
        • XVI Eternidad
        • XVII Incomprensibilidad
        • XVIII Infinito
        • XIX Mi dependencia
        • XX La eternidad de nuevo
        • XXI Mi dependencia de nuevo
        • XXII Nueva cuestión
        • XXIII Un solo artífice supremo
        • XXIV Spinoza
        • XXV Absurdidades
        • XXVI Del mejor de los mundos
        • XXVII De las mónadas, etcétera
        • XXVIII De las formas plásticas
        • XXIX De Locke57
        • XXX ¿Qué he aprendido hasta ahora? 68
        • XXXI ¿Hay una moral?
        • XXXII Utilidad real — Noción de la justicia
        • XXXIII ¿Es prueba de verdad el consenso universal?
        • XXXIV Contra Locke
        • XXXV Contra Locke
        • XXXVI La naturaleza igual en todas partes
        • XXXVII De Hobbes
        • XXXVIII Moral universal
        • XXXIX De Zoroastro
        • XL De los brahmanes79
        • XLI De Confucio
        • XLII De los filósofos griegos y en primer lugar de Pitágoras
        • XLIII De Zaleuco81
        • XLIV De Epicuro82
        • XLV De los estoicos
        • XLVI Filosofía y virtud
        • XLVII De Esopo92
        • XLVIII De la paz nacida de la filosofía
        • XLIX Otras cuestiones
        • L Otras cuestiones
        • LI Ignorancia
        • LII Otras ignorancias
        • LIII Mayor ignorancia 96
        • LIV Ignorancia ridícula
        • LV Peor que ignorancia
        • LVI Comienzo de la razón
      • NOTAS
      • ÍNDICE ONOMÁSTICO

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